Fuentes de agua distintas: El agua de boca proviene de diversas fuentes, como acuíferos, ríos, lagos, embalses o pozos. Cada fuente tiene una composición mineral única y puede contener diferentes niveles de minerales como el calcio, el magnesio, el sodio, el potasio y los bicarbonatos, lo que afecta al sabor.
Geografía y geología: La geografía y la geología de una región influyen en la composición química del agua. El agua interactúa con diferentes tipos de rocas y suelos a medida que fluye hacia los sistemas de abastecimiento, adquiriendo minerales y características que afectan a su sabor.
Tratamiento del agua: Durante el proceso de tratamiento del agua, se añaden productos químicos como cloro, u ozono para desinfectar y garantizar su seguridad. Estos productos pueden afectar ligeramente al sabor y al olor del agua.
Contaminantes y contaminación: La presencia de contaminantes en el agua, tales como productos químicos industriales, pesticidas o incluso residuos de sistemas de abastecimiento, puede afectar al sabor y la calidad del agua.
Estacionalidad y condiciones climáticas: Las estaciones del año y las condiciones climáticas pueden influir en la calidad y el sabor del agua. Por ejemplo, durante épocas de lluvias intensas, es posible que el agua tenga un sabor diferente debido a la escorrentía del agua a través del suelo y la vegetación.
Infraestructura de distribución: Las tuberías y sistemas de distribución del agua también pueden afectar al sabor, ya que el agua puede adquirir sabores metálicos o terrosos debido a la interacción con las tuberías y otros materiales en el camino hacia los nuestros viviendas.
Es importante tener en cuenta que el sabor del agua es subjetivo y puede variar en función de las preferencias individuales. Las autoridades locales trabajan para garantizar que el agua de boca cumpla con los estándares de calidad establecidos para proporcionar agua segura y saludable a la población.
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